Corría el año 1847 y tan sólo una veintena de faros alumbraban las costas españolas, dos de ellos en Galicia: el de A Guía, en Vigo, y la Torre de Hércules, en A Coruña. El dato es más que sonrojante teniendo en cuenta que, por ejemplo, sólo en el Finisterre francés ya había 14 en funcionamiento. Por este motivo, el 13 de septiembre, el gobierno aprobaba, tras varias reclamaciones diplomáticas, el Plan General para el Alumbrado Marítimo de las Costas y Puertos de España e Islas Adyacentes.
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