Muchos visitantes se sorprenden cuando descubren en los jardines de As Avenidas, frente al Real Club Naútico de Vigo, el monumento a Julio Verne. O, mejor dicho, Jules Verne, que así es como realmente se escribe el nombre del genial escritor francés.

La obra, que representa a Verne sentado sobre los tentáculos de un calamar gigante, fue realizada en el año 2005 por el escultor José Molares con motivo del centenario de su muerte. Hoy, casi dos décadas después, se ha convertido en uno de los puntos más fotografiados de la ciudad olívica.

Julio Verne y su extraña relación con Vigo
Monumento a Julio Verne, Vigo

La batalla de Rande

En octubre de 1702 se producía en la ría de Vigo una importante batalla naval que enfrentaba, en el contexto de la guerra de sucesión española, a las escuadras de las coaliciones anglo-holandesa e hispano-francesa. Esta última, formada por 19 galeones españoles y 22 navíos franceses, regresaba de América con un valioso cargamento de oro y plata.

La victoria de ingleses y holandeses en lo que hoy se conoce como la batalla de Rande (en inglés, Battle of Vigo Bay) dejaba miles de muertos y la leyenda de un extraordinario tesoro.

Battle of Vigo Bay
La batalla de Rande. Ludolf Backhuysen (1702)

Veinte mil leguas de viaje submarino

Desde entonces, numerosas expediciones han acudido a la ría de Vigo para intentar rescatar los metales preciosos que se creía yacían en el fondo del mar. Una de ellas, en 1867, encabezada por el explorador francés Hippolyte Magen, fue noticia en toda Europa, especialmente en Francia. En ese momento, Verne comenzaba a escribir su novela Veinte mil leguas de viaje submarino.

Pues bien, señor Aronnax, estamos en la bahía de Vigo, y sólo de usted depende que pueda conocer sus secretos. ¿Podía usted imaginar, señor profesor, que el mar contuviera tantas riquezas?

No es de extrañar, por tanto, que la ría de Vigo fuese el escenario elegido por Verne para que el capitán Nemo, a bordo del Nautilus, hallase un botín que le permitiese financiar sus viajes. Así lo narra en el capítulo La bahía de Vigo, el octavo de la segunda parte de la obra. Verne no sabía entonces que una década más tarde, en 1878, conocería personalmente la ciudad.

20000 leguas de viaje submarino. Ilustración
Veinte mil leguas de viaje submarino. Ilustración.

1878. Primera visita a la ciudad

Jules Verne llegó a Vigo por primera vez el 1 de junio de 1878. Lo hizo por casualidad. Su barco, un velero de 31 metros de eslora bautizado con el nombre de Saint-Michel III, entró aquel día en la ría con el único propósito de resguardarse de un fuerte temporal que azotaba las costas de Galicia. El velero, procedente del puerto bretón de Carnac, se dirigía al mar Mediterráneo.

Verne ya era un escritor de fama mundial y la expectación que levantó en la ciudad fue enorme. Vigo celebraba esos días la Reconquista y la procesión del Cristo de la Victoria, que por aquel entonces se celebraban conjuntamente durante el primer fin de semana de junio, así que el escritor francés no lo tuvo nada complicado para integrarse en la vida social de la ciudad.

Vigo en 1877
Vista general de Vigo (1877)

Durante los cuatro días que permaneció en Vigo, Verne dejó escritas muchas notas en su diario de viajes. Sobre la procesión del Cristo de la Victoria anotó: «Mujeres sobre las rodillas durante cuatro horas». Del ambiente festivo que se encuentra por las calles escribe: «Fiesta por la independencia recobrada en 1809 sobre los franceses. Fuegos de artificio. Música». También visitó el escenario de la batalla de Rande, la ensenada de San Simón, que describe como «un verdadero fiordo».

«Ya hablaré con usted de los lugares que visitamos; todo es verdaderamente hermoso. Vigo, Lisboa, muy hermosas, de verdad, y nos acogieron muy bien por todas partes». Esto dejó escrito, de su puño y letra, en una carta dirigida a su amigo Pierre-Jules Hetzel datada el 6 de junio. Se encontraba en la capital portuguesa y hacía solo dos días que había abandonado la ciudad olívica.

1884. Segunda y última visita

La segunda visita de Verne a la ciudad volvió a ser accidental. De nuevo navegaba rumbo al mar Mediterráneo cuando una avería en la caldera del Saint-Michel III le obligaba a realizar una escala técnica en el puerto de Vigo. El escritor francés describe el lunes 19 de mayo su entrada en la ría contemplando las islas Cíes y el fondeo posterior.

En tierra es recibido por el cónsul de su país y se toma un café en la Plaza de la Constitución. Al día siguiente vuelve a hacer vida social y sube hasta la fortaleza de O Castro. «Vista admirable. La bahía y los valles», escribe. En algunos barrios se maravilla con «las mujeres con los pies desnudos y con pañuelos vistosos sobre la cabeza, rojos y amarillos». Gracias a su diario de viaje también sabemos que dejaba su correo a diario en el ya desaparecido hotel Continental.

Julio Verne
Retrato de Julio Verne. 1892

En esta ocasión Verne permanecería tres días en Vigo. A las seis horas del 21 de mayo el Saint-Michel III levantaba anclas y enfilaba hacia la boca sur de la Ría. Jamás regresaría.

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