¿Conoce a alguna  que haya quedado preñada después de tomar las aguas?- preguntó una mujer genuinamente interesada.

-Conozco, ¡OH! El marido le tenía mucho miedo al agua y tuvo que tomar las nueve olas con el cuñado. A los nueve meses parió un hijo.

Dicen que la virgen obró el milagro, pero se confundió un poco, creo yo ¡El niño se parece mucho al cuñado! – dijo con sorna el compadre.

Cuentos y leyendas de La Lanzada | Alba Nélida Paz Framil

El baño de las 9 olas
Areal da Nosa Señora da Lanzada

El baño de las nueve olas

El agua ha sido siempre objeto de veneración. Es un elemento esencial para la vida: limpia y purifica. Considerada como algo sagrado, todas las religiones la han utilizado en sus ritos, algunos de ellos de evidente origen pagano. Uno de estos rituales, el del baño de las nueve olas, está documentado en numerosas localidades costeras de Galicia, pero es sin duda el ligado a la romería de A Lanzada, en Sanxenxo, el que más fama ha adquirido. De él vamos a hablar a continuación.

Origen

Algunos investigadores han relacionado este ritual con antiguos cultos paganos en honor a la diosa Venus: diosa romana del amor, la belleza y la fertilidad. Otros, como el historiador Fernando Alonso Romero, han llegado incluso más allá, defendiendo la existencia de un primitivo culto indígena al mar que derivaría en época romana en una veneración a Venus, la cual sería finalmente cristianizada bajo la advocación de la Virgen.

Pero lo cierto es que las primeras referencias escritas que tenemos de este rito no aparecen hasta principios del s. XX, momento en el que, eso sí, estaba plenamente consolidado. Ni siquiera el Padre Sarmiento en sus escritos sobre A Lanzada hace alusión alguna al ritual. Por lo tanto, como afirma el historiador Buenaventura Aparicio, a la espera de que nuevas investigaciones arrojen algo más de luz sobre el tema, resulta difícil defender que su origen se remonte más allá del siglo XIX.

Promontorio de A Lanzada
Vista del promontorio de A Lanzada desde la playa de Areas Gordas

El rito

A pesar de la existencia de múltiples variantes y fechas alternativas —la víspera de San Juan o la noche de la Ascensión son los dos ejemplos más recurrentes—, el baño de las nueve olas ligado a la romería de A Lanzada se celebra el último fin de semana de agosto en el pequeño arenal situado a los pies de la ermita de A Nosa Señora.

La noche del sábado al domingo, en torno a la medianoche, aquella mujer que desee quedarse embarazada deberá entrar en el agua y recibir el golpeo de nueve olas consecutivas a la altura del vientre. Posteriormente, deberá tumbarse en la conocida como cuna da santa y al día siguiente, domingo, finalizar el ritual llevando una ofrenda a la Virgen y acompañándola durante la procesión.

Cuna da Santa
Cuna da Santa

Como cualquier ayuda es poca en estos menesteres, hay quienes inician el ritual dando nueve vueltas a la ermita y rezando, después de cada tres vueltas, un Ave María y la siguiente exclamación: Nosa Señora da Lanzada, polo fillo que pariches, fai que quede preñada. Así lo documenta el ya fallecido historiador pontevedrés Hipólito de Sá Bravo.

Las nueve olas y sexo, mucho sexo

A lo largo de la historia muchas mujeres se han adentrado en estas frías aguas con la esperanza de quedarse embarazadas. Aún hoy algunas lo siguen haciendo, lo que podría parecernos de una gran ingenuidad. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La fe mueve montañas, pero no tanto. En este sentido, la ya mencionada Alba Paz Framil, profunda conocedora de todo lo relacionado con A Lanzada, escribe:

En la última luna de agosto la mujer y su hombre, totalmente desnudos, tienen que tomar nueve olas seguidas y después yacer en una de las cuevas que están al lado de la ermita hasta la madrugada. Al romper el día la mujer se ha de tumbar en la cuna de piedra tras la ermita para que fecunde la semilla y quedar preñada. Todo esto han de hacer durante nueve días sin falta. Bien seguro, ¡Un día no da para nada!

Por lo tanto, practicar el rito del baño de las nueve olas proporcionaba a las parejas la capacidad para fecundar. Pero claro, luego tenían que poner de su parte. Y, por lo que parece, la contribución no era precisamente escasa. En 1910, el escritor Prudencio Canitrot publicaba en el semanario El Progreso un extenso artículo tras visitar la romería de A Lanzada. De él extraemos un párrafo muy revelador:

Entre aquella salvaje aglomeración humana, la sangre de los mozos se revuelve y busca y obtiene fácilmente la correspondencia de la carne …  y a fe que es bello, nuevo y pintoresco para mí ver a los sacerdotes y sacerdotisas del amor como ofician toda la complicada felicidad de sus ritos.

Atardecer en la ermita de A Lanzada
Atardecer en el Campo da Lanzada

Conclusión

En definitiva, que ya fuese por intervención divina, por las propiedades naturales de las frías aguas de A Lanzada o por el simple hecho de que las parejas, durante la romería, se entregaban al noble arte del fornicio como si no hubiera un mañana, lo cierto es que no hay un solo vecino en Noalla que no conozca el caso de alguna mujer infértil que quedara embarazada después de practicar el rito.

Bibliografía recomendada

Lanceata. Entre la vida y la muerte. Entre la tierra y el mar

Buenaventura Aparicio / Antonio de la Peña / Rafael M. Rodríguez

Edicions do Cumio (2014)

Contos e lendas da Lanzada

Alba Nélida paz framil

CreateSpace Independent Publishing Platform (2016)

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